Blog de opinión sobre actualidad social y política.

sábado, 16 de mayo de 2015

Dictadura democrática

Al fin, los partidos políticos que han dominado desde 1975, esto es, Partido Popular (antes Alianza Popular) y Partido Socialista Obrero Español, se han dado cuenta de que los españoles estamos hartos. Han comprendido que los votantes están cansados de sus mentiras electorales, su excesiva profesionalización de la política, su recurrente uso de eufemismos, su manipulación de medios de comunicación, su constante intervención en el corrupto sistema de justicia, etcétera. Ante una situación políticamente convulsa, nuevas fuerzas irrumpen para tomar el poder y aplicar sus políticas "reformistas".

Un claro ejemplo es Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, barcelonés del 79 con buena imagen y un gran equipo de asesores de comunicación. Hace unos días, afirmó estar siendo financiado por empresas cuyo nombre no destapó, pero que se presuponen del IBEX 35. Es decir, que las empresas más importantes del país, a sabiendas de que apoyar a los dos grandes es ya un esfuerzo económico en vano, buscan nuevas y -esto es esencial- renovadas imágenes que consigan muchos votos y que se conviertan en imprescindibles para hacer España gobernable. O lo que es lo mismo, consideran a los votantes españoles suficientemente tontos como para elegir a un partido que cambie la superficie de los problemas pero no altere la base de los mismos: el sistema económico sobre el que nos sostenemos, que no hace sino fortalecer a los ricos, es decir, a esas grandes empresas, y estrujar a los pobres. Con las inyecciones económicas con cierto carácter de lobby, el presupuesto de C's es el segundo más grande para las Elecciones Generales de (presumiblemente) Noviembre de este año, por delante del PSOE y siguiendo al PP -no se puede competir contra los que no sólo son financiados sino que además no tributan por ello-. Es obvio que el partido catalán, de llegar al poder, quedará subordinado a las exigencias de las empresas que les están financiando, que necesitan presencia en los órganos de Gobierno y que, de no tenerla, amenazan con marchar a otros países y dejar a España sin la suma de dinero que necesariamente generan, tanto indirectamente en forma de empleo como de manera directa mediante los impuestos. El problema es que nadie ha votado a la dirección de estas empresas. Cualquier participación en el máximo poder que puedan llegar a tener adquiere un evidente matiz dictatorial, claramente antidemocrático e indudablemente opuesto a los intereses de la mayoría. Por eso mismo es anticonstitucional, ya que la Constitución del 78 afirma en el artículo 128 que "toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general".

Históricamente ha habido casos de partidos nuevos que han impulsado reformas superficiales con las que la ciudadanía se ha dado por satisfecha. El caso más reciente es la Transición, que se resume tal que así: se muere el dictador, toma el relevo alguien que no está dispuesto a ser votado (Juan Carlos) y se comienza el paso "de ley a ley", franquista a liberal, evitando las posiciones rupturistas que la oposición no fue firme en defender y que nos habrían ahorrado la vigencia, aún en la actualidad, de leyes absurdas de origen e ideología fascista, totalitaria, católica y retrógrada. También la gestión de Antonio Maura, primer ministro entre 1907 y 1909, presenta semejanzas con Ciudadanos: impulsó lo que él llamaría una "revolución desde arriba", con el objetivo de que su inicio no fuera provocado por las clases populares. Se apoyó en la clase media-alta, tratando de cambiar lo justo y necesario para que nada cambiara. A su época de gobierno, de hecho, se le llama "reformismo frustrado". Así, donde Maura luchó contra el caciquismo; Rivera luchará contra los desahucios; donde el balear impulsó autonomías, el catalán fomentará la actividad industrial y el desarrollo turístico. Pero, aun siendo todas ellas medidas que conllevan un progreso, son insuficientes y muy ajenas al verdadero problema: la ya mencionada participación en política de empresas y empresarios que nadie elige y su influencia en las decisiones verdaderamente trascendentales.

La renovación política en España evidencia un cambio de mentalidad. Los casos de corrupción, la privatización de bienes públicos necesarios y, más en general, la pésima gestión que Zapatero (el mismísimo Diablo para la derecha) hizo en su momento y que Rajoy sigue haciendo hoy, han convencido a los españoles de que descuidarse de la política implica que la calidad de vida decaiga, que la política sea utilizada con fines lucrativos y que cualquier signo de altruismo y buena voluntad desaparezca. Si queremos que esto cambie tendremos que buscar una solución en las urnas, pero, por lo ya expuesto, Ciudadanos está muy lejos de representar el cambio necesario.

2 comentarios:

  1. No comulgo todo lo que me gustaría con los partidos realmente independientes -y relevantes- que existen hoy en día, pero me apena que en la derecha no haya realmente ningún partido independiente.

    Buen artículo, un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Interesante postura de pensamiento nostálgico de una derecha autónoma, más ética, más humana. La actual está lejos de serlo.

    Muchas gracias, saludos.

    ResponderEliminar