Sorpresón: otro artículo vomitivo del derechón de Carlos
Herrera. Publicado en todos los diarios de Vocento el fin de semana pasado,
para más señas. "Los primeros estimulantes días del fiestón", el
nombre del artículo, no es más que una sarta de generalidades, desvaríos e
improperios insultantes a ojos de cualquier persona con un mínimo de sentido común.
Gilipolleces varias puestas una tras otra. Gilipolleces, sí; me permitiré el
lujo de faltar un poco a tan ilustre figura, como ha hecho él con los nuevos
partidos hermanados con Podemos. Pero moderaré mis críticas, no sea que se lo
tome a mal y vuelva a las andadas, contándonos su apasionante vida y sus
trepidantes viajes.
"El despiporrante espectáculo que están brindando las
diferentes candidaturas bendecidas por Podemos en las ciudades en las que han
sido aupados al poder, bien por los votos o por las alianzas", por empezar
por el principio, suena a reproche a los pactos que han desbancado a su
queridísimo Partido Popular. Olvida Carlos que uno más uno es dos, y que dos es
más que uno y medio, así que la unión de dos pequeños hace más que el teóricamente
grande. Matemática de la más básica. Sigue: "La foto de los concejales
triunfantes del Ayuntamiento de Zaragoza dejando el pleno al ser elegidos
parecía la borrachera de estudiantes recién salidos de la taberna de la
facultad: más de un maño se habrá preguntado, inquieto, si esos tipos van a ser
los que solucionen los problemas de la ciudad". Claro que las pintas con
las que se presentaron los vencedores y futuros alcaldes fueron la lamentable
prueba de que por los ojos se ganan elecciones (y su imagen de descuidados no
es más que pose revolucionaria que convence a simplones de izquierdas). Pero de
ahí a que eso vaya a empañar necesariamente su gestión en la alcaldía, amigo,
hay un paso muy grande. Refiriéndose a Kichi, afirma: "Veremos si hace
obra en su despacho para reducirlo, ya que ha resultado «más grande que la casa
donde vivo» (sic), con lo que los ciudadanos podrán estrenarse discutiendo si
gastar dinero en una reforma para evitar que el de la comparsa se sienta
incómodo por sentarse en un despacho amplio". ¿Realmente pensará que puede
ser una traba en su labor como alcalde el tener un gran despacho? Seguro que
para la facha de su antecesora, aquel vejestorio agarrado al trono, no lo fue.
Así que Carlos, en su habitual simpleza argumental, no encontró puntos débiles
para criticarla. O no quiso encontrarlos. En cualquier caso, el flamante
fichaje de la Cope se encarga de dejar claro que ha estado en ese inmenso
despacho. No nos vayamos a pensar que este es un periodista libre que no visita
despachos de alcaldes peperos para que le den de comer. De eso no hay.
Sobre el nuevo alcalde de Valencia, dice el grave más
presuntuoso de la radio española que "ha gestualizado con lo inevitable:
el infantil gesto de no querer la vara de mando ya que él plantea una gestión
«abierta y dialogada», muy lejana de lo que conlleva dicha vara. Igual se cree
que los alcaldes están obligados a llevar como un apósito susodicho bastón, incluso
en los viajes al excusado". A nuestro amigo le viene grande cualquier
simbolismo abstracto. Sobre Zapata también se pronuncia: "a este pobre
imbécil le han dejado 'solo' de concejal de a pie gracias a su descomunal
sentido del humor". Así que admite Carlos que por el sentido del humor
puede uno perder su cargo. Cuando ABC, diario del que cobra, ocupaba la portada
con una foto de Hitler saludando a niños para resaltar la afabilidad con que lo
hacía o cuando apoyaba incondicionalmente el franquismo olvidó pedir
dimisiones. Será porque eso no era humor sino teóricamente un diario serio. Teóricamente.
No se olvida Carlos de mirar al PSOE: "Todo gracias a esta triunfante
fiebre populista. Aupada por sus votos y por el apoyo entusiasta del PSOE de
Pedro Sánchez, al que ya veremos si algún día habrá que pedirle explicaciones".
Y menos mal que el benefactor del auge populista bolivariano y comunista no ha
sido el mismísimo Diablo: Zapatero. Vade retro, Satanás.
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