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lunes, 26 de octubre de 2015

Carne cancerígena

A la mierda. Resulta que a partir de ahora, de acuerdo a la última brillante idea de la OMS, comerse un filete es cancerígeno. O una hamburguesa, o una loncha de jamón. El embutido también da cáncer. Y lo hace asimismo una salchicha. Una puñetera salchicha es considerada por la Organización Mundial de la Salud como un incentivo del cáncer colorrectal.

Hasta aquí hemos llegado. Hasta agudizar nuestra esquizofrenia pro-vida, ultra de la juventud, loca por la eterna felicidad. Una hamburguesa considerada cancerígena no es más que otro paso en la escala de la gilipollez humana. Un peldaño hacia un futuro idílico de hombres y mujeres sin arrugas, curvas ni -claro- cáncer.

Un futuro que, desde un punto de vista práctico, no tiene lugar. Un mundo lleno de viejos es insostenible. Pero desde el punto de visto teórico, práctica aparte, es tan utópico como innecesario. Nos robarán la felicidad prometiendo la eterna. Algo así como lo que la Iglesia ha hecho durante siglos. Coincidencias.

Si la carne da cáncer, habremos de morir antes. Habremos de aceptar con resignación que no estamos hechos para vivir 80 años sin problemas de salud, que nuestra naturaleza es la más elemental que se explica en los colegios: nacer, crecer, reproducirse y morirse. Palmarla rapidito, aligerar el paso, dejar sitio al resto. A aquellos que hemos creado. Porque nuestra vida eterna es un tapón para las generaciones venideras.

Si la carne da cáncer, habrá que comer más para desafiar a los estudios que han llegado a tan idiota conclusión. Quizá, no lo niego, con prueba empírica, pero igualmente idiota, innecesaria. La ciencia no debe ir en contra de la humanidad.

Si la carne da cáncer, será deber de los humanos dejar de manipularla. Comerla de la manera más cercana a su estado natural. Y eso es competencia de la ONU, es decir, la misma organización que ha permitido hacer público ese informe. Que se apliquen las pilas. Que cumplan su obligación paternalista, la de la protección del pueblo, menor de edad en tanto que dependiente, nulamente autosuficiente.


Quizá la carne dé cáncer. Quizá las albóndigas que recién terminé y con gusto saboreé hayan desencadenado en mí un proceso mortal. Pero lo ricas que estaban no me lo quita nadie. Ni la OMS, ni la ONU, ni la madre que las parió. 

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